sábado, 5 de abril de 2008

REGIOnalismos regiomontanos. Parte II: Los medio medios.



Se ha escrito mucho al respecto de los medios de comunicación y su influencia en la sociedad, al grado de llamarles el cuarto poder. El formato de noticiero en la televisión ha tenido mucha popularidad desde sus inicios, y sus altos índices de audiencia representan buenas ganancias para las compañías televisoras.
Los noticieros se encargan de dar a conocer los hechos más sobresalientes a nivel mundial, nacional y local, de una manera objetiva, imparcial, clara y oportuna, ya que de otro modo no se trataría de noticias propiamente dichas (sino de una editorial, reseña, crónica, etc.) y si los titulares al frente del noticiero pudieran ejercer su opinión de manera libre o el programa hiciera algo más que brindar información (organizar concursos, rifas, etc.) el programa dejaría de ser un noticiero, para convertirse en un foro de discusión, talk show o revista matutina.

Pues bien, los noticieros a nivel local tienen una serie de características compartidas que se dirigen en sentido contrario a lo que los noticieros de calidad a nivel nacional e internacional ofrecen. Es decir, le otorgan prioridad a la nota roja, los titulares son completamente parciales al grado de abiertamente expresar su opinión respecto a las situaciones que salen al aire y además persuaden a la población televidente de seguir una línea de pensamiento derterminada. La manera de presentar las noticias llega a extremos ridículos, al grado de añadir música de suspenso (muchas veces tracks conocidos de películas de terror) ante una determinada situación. Los noticieros cuentan con su propio soundtrack, para darle más sabor a las dosis de sangre que diariamente transmiten al espectador sin importar la hora del día. La manera de abordar las entrevistas también deja mucho que desear , llegando muchas a rayar en lo perverso (¿qué sintió cuando vio que su hijo se ahogaba?). También la formación y la educación de los reporteros y periodistas da pena ajena al oír su pobre dicción y falta de cultura al hablar frente a las cámaras. Muletillas como dijistes, lo que viene siendo, ora si que ... ( y cualesquiera de las frecuentemente usadas por la licenciada Lafuente, Lety Benavides, Luis Padua y demás profesionales de la noticia) no son raras en la tele local, lo que deja muy atrás a los noticieros regiomontanos ( y en general a la tele local regia) en comparación con las producciones hechas en el Distrito Federal. Más allá del presupuesto que éstas manejan, la cultura, formación y profesionalismo de la mayoría de los periodistas y reporteros de la localidad, así como el giro que sus noticieros han tomado no compensan para nada las carencias en términos de producción.

No es que dude de la escolaridad de los comunicadores locales, su curricula se exhibe con orgullo en las páginas de Internet de sus respectivas casas televisoras, sino me pregunto que se hace con ella, dónde se aprecia esa preparación y formación en elementos tan básicos como la ética, la dicción y el buen decir.


¿Se tiene lo que se merece?

El problema no empieza ni termina allí. La realidad es que los noticieros locales en Monterrey, regionalista por tradición, tienen muchísimo más rating que los noticieros nacionales. La gente quiere a sus comunicadores y ellos son respetados y considerados auténticos líderes de opinión. Las masas le otorgan un lugar y refuerzan la mala calidad de sus programas. Las noticias más ridículas e irreverentes, sangrientas y dramáticas, cotidianas y ordinarias son discutidas en todas partes.
¿Será que los noticieros le dan prioridad a la nota roja porque nosotros pedimos verla? ¿Qué pasaría si sale al aire un noticiero neutral y serio? ¿Tendría éxito y competiría con el resto? o ¿Hemos sido acostumbrados a ese tipo de programas y somos víctimas de medios manipuladores?
Los noticieros son sólo una muestra de las terribles condiciones de la televisión hecha en Monterrey. A pesar de sus dignas excepciones, como el programa Taller Abierto, la mayoría de los programas hacen caso omiso a la cultura y son terriblemente chafas en su contenido, escenografía, personajes extraños y demás. El programa de las Muñequitas, por ejemplo , es un clásico infantil de generaciones; el problema es que sigue atrapado en el pasado, y sus protagonistas rayan en lo kitsch, queriendo ser sexy, tiernas e infantiles al mismo tiempo y casi alcanzando los cincuenta. Los programas matutinos reflejan la triste carencia en contenido que por momentos se pasan minutos valiosos en televisión bailando como imbéciles ¿Qué le dicen estos programas al televidente?



Regionalismo vs. Centralismo...¿o es lo mismo?

Monterrey ha criticado el centralismo implícito que se vive en nuestro país, se ha tratado de independizar de la capital por mucho tiempo y tiene todo para hacerlo, pero al mismo tiempo practica en su estado aquello que critica. Nuevo León es Monterrey y su área metropolitana, lo demás es lo de menos, la provincia.

Los noticieros le dan prioridad a asuntos sin importancia (como un niño llevando al veterinario un cachorrito atropellado) o le otorgan total cobertura a un crimen pasional, quitándole espacio a los asuntos políticos nacionales. La gente se desinteresa por los hechos que sucedan en el mundo y en el país, y se habla más de un partido de futbol ( local, por supuesto) que de cultura y arte.
No entiendo como se pretende ser independiente del centro del país, si continuamente se aísla a la población, a manera de rancho, en donde no importa lo que pasa afuera, lo importante es si la vaca tuvo becerritos.



Para poder hacer algo en contra de ese centralismo que se vive en el país, centralismo en los medios por ejemplo, tendría que hacerse un esfuerzo por crear producciones de calidad que de esa forma compitieran con los programas en cadena nacional. No me imagino a María Julia Lafuente compitiendo con Lolita Ayala por ejemplo, y no se trata ya de estilo personal, sino de profesionalismo, como muestra de un respeto a la audiencia. La gente se queja del hecho de que muchos regiomontanos se ven obligados a emigrar a la capital de país para obtener éxito como actores, cantantes o comunicadores, sin embargo no se hace nada para que crezcan y sean dados a conocer a nivel nacional dentro de Monterrey. Se vive un estilo periodístico que apunta siempre hacia dentro, ignorando los estándares de competencia y calidad como si no se necesitaran. No es de exrañar que las figuras regiomontanas más conocidas a nivel nacional hoy en día sean personajes como Cecy Gutiérrez, Elsa Burgos, Poncho de Nigris, El Pato Zambrano, Laura G, etc.


En conclusión: la televisión hecha en Monterrey apesta. La pregunta sigue siendo la misma del principio ¿Se tienen los medios de comunicación que se merecen? ¿Es la televisión un reflejo de quien la contempla?

domingo, 30 de marzo de 2008

La ilusión de un porvenir.




Las religiones han jugado un papel muy importante en las sociedades. Las clases oprimidas han puesto sus esperanzas en ellas y en la ilusión de un futuro prometedor donde todos los sufrimientos y vejaciones de esta vida serán recompensados.

La religión católica es la que más seguidores tiene en nuestro país. Su filosofía se basa precisamente, en la acción de buenas obras en esta vida para ganarse los favores de un Dios misericordioso logrando así la salvación y la vida eterna.

El paraíso es la promesa de un lugar en donde todos serán iguales, unidos en el Padre, que es uno sólo. Los sufrimientos en esta vida son pues, un pago forzoso para obtener los favores precisos que se requieren para esa salvación.

Las religiones Judeo-cristianas tienen el componente patriarcal característico de nuestra cultura, aunque podemos apreciar cómo su concepción ha evolucionado. Dios se nos presenta, en el origen judaico, como un padre que resulta riguroso, corrector y hasta tirano. El Dios que le pide a Abraham sacrificar a su hijo más amado como prueba de su amor y su lealtad, el Dios que decide destruir a Sodoma después de haberle dado una oportunidad y que es la Ley por excelencia a la que no se debe desafiar.
El Dios cristiano es en cambio misericordioso y amoroso, tiene muchos elementos maternos implícitos: es amor, es perdón, es comprensión, da la otra mejilla y ama a todos por igual, incluso a sus enemigos, más no deja de representar a la Ley. Podríamos afirmar que es Uno y el Otro al mismo tiempo.
El elemento materno en Dios cristiano se robustece aún más con la figura de la virgen María, poderosísima representación de la Madre absoluta: siempre virgen y pura, lo que garantiza su entrega total al hijo, abnegada ante la palabra del Padre y ante cuyos ojos todos somos hijos, sin establecer diferencias. Está de más recordarnos que los pueblos latinoamericanos se caracterizan por ser pueblos marianos por excelencia. Cada pueblo y región tiene además de su santo patrono, una representación de la Virgen propia de la localidad.

La virgen de Guadalupe por ejemplo, vino a representar para los pueblos indígenas de México, una voz en su mismo idioma que les hablaba desde el corazón de Madre (Tonatzin) y que surgió como La Evangelizadora por excelencia. Un refugio materno donde los más oprimidos entre los dominados encontraron un regazo protector y también un reconocimiento de sus rasgos, de su lengua y su visión. Las imágenes de María que los conquistadores del espíritu trajeron a nuestro territorio, eran vírgenes de semblantes ibéricos, de piel blanquísima y cabellos ondulados, que poco o nada significaban a los recién conversos. Más que una madre, eran la imagen de La Patrona, la española esposa del hacendado, ama inalcanzable y frívola, que a la vez podía interceder favores del señor si así le convenía. La virgen de Guadalupe simbolizó no una patrona, sino la Madre que resurgió de las cenizas prehispánicas en una sola y se fundió con la nueva espiritualidad europea impuesta a nuestros pueblos; como buena madre entonces, significó sincretismo y paz, seguridad, esperanza e ilusión.

La religión ha sido el ánfora donde se depositan las esperanzas de un pueblo que sufre. No es casualidad que los más fieles sean generalmente los de las clases bajas. Esto no se aprecia como regla sin excepciones, pero el hecho sobresale como interesante.

El diccionario de la lengua española define la palabra ilusión como una “Esperanza cuyo cumplimiento parece especialmente atractivo “ (www.rae.es/). La ilusión que las religiones cristianas proponen, es la de un paraíso o tierra prometida, donde la felicidad, la paz y el amor reinarán bajo el primado de un único Dios que es rey y Padre. La ilusión que se promete es un porvenir, donde no habrá deudas, vejaciones, hambre, falta ni necesidad de trabajo, diferencias entre clases sociales, crímenes ni envidias. Un mundo feliz que por lo tanto se opone al mundo mismo.

El intentar despojar a un pueblo de su religión, y con ella de esta ilusión que les provee de confianza y sobre todo mitiga su angustia, es aparte de cruel y presuntuoso, utópico. De alguna forma si el individuo así lo desea, defenderá su fe y la mantendrá hasta el final. Incluso en países socialistas o comunistas, sabemos de gente que practica religiones de manera clandestina. Este tema resulta interesante, pues estoy de acuerdo con Freud cuando puntualiza que al despojársele a un pueblo de sus doctrinas o dogmas religiosos, éstos al fin y al cabo son sustituidos por otros o por el ideal de Gobierno.

La madre Teresa de Calcuta afirmaba que no hay peor pobreza que la falta de fe o amor. Esta frase es cierta si la contextualizamos en el marco de las clases sociales y la religión. Hay gente cuya única posesión suele ser su fe. A veces de manera material podemos observar como en algunas familias se carece de comida u objetos básicos para subsistir, más no de una imagen o pequeño ícono religioso. La fe y la esperanza están puestas en una madre o un padre (que también es madre) protectores, que mitigan el dolor del diario vivir, y que ofrecen consuelo al escuchar en primera instancia las súplicas o las plegarias. Al ser entes no presentes o tangibles de manera física, se vuelven oyentes o escuchas perfectos. Este consuelo es enorme en sí mismo: la capacidad de poder ser escuchados por un ente omnipresente.

Sí recordamos un poco la historia de Jesús de Nazareth, nos damos cuenta de los grandes rasgos de identificación que genera en las clases menos favorecidas. Jesús era un carpintero de familia muy humilde, nacido en un pesebre, en una pequeña ciudad de provincia de su país. Fue humillado y asesinado de la manera más vil, como a los criminales. El sistema de justicia de su tiempo y lugar no le ofrecieron beneficio alguno. Jesús de Nazareth hablaba de “ un reino que no es de este mundo”, donde él mismo era Rey y de un porvenir mejor para la humanidad basado en un juicio final, donde los injustos recibirían su castigo.

La ilusión de un porvenir es la más fuerte de las promesas de la mayoría de las religiones. Por supuesto que existen variaciones pero el resultado es el mismo: los feligreses alimentan una esperanza de un futuro mejor. La religión (y sus valores) comparte con otras áreas la responsabilidad de amortiguar muchas de las bajas pasiones de los grupos sociales humanos. Sus normas (por ejemplo, los diez mandamientos, el Corán, etc) son claras reglas de convivencia social: donde los roles sexuales y hasta étnicos, la alimentación, el deseo del parricidio o el incesto, son claramente regulados y controlados.

Amarás a Dios por sobre todas las cosas y a tu prójimo como a ti mismo, propone el ideal de una sociedad libre de crímenes e injusticias, donde todo fluya bajo el ojo de un Padre vigilante y bondadoso. La ilusión de esa promesa representa la estabilidad de muchos grupos sociales “enemigos de la cultura” como decía Freud, por naturaleza o por condición. Eliminarla sería entrar en una era aun más caótica que la que vivimos en la actualidad.




Referencias: Freud, Sigmund. Obras completas. T.XXI - El porvenir de una ilusión. Amorrortu Editores.

viernes, 28 de marzo de 2008

Amistad y amor en la adolescencia.


La adolescencia es una etapa de la vida que podemos definir como una sucesión de cambios psicológicos y biológicos pero también, es una etapa marcada por el importante papel que los amigos juegan dentro de ella. Muchos son los casos en que amistades que nacieron en este periodo de la vida se mantienen durante muchas etapas venideras y permanecen en constante crecimiento y con una estabilidad afectiva notoria. Dentro del marco psicoanalítico podemos definir a la adolescencia como un proceso de duelo, o más bien, de desprendimiento, en el que el sujeto se tiene que desapegar de la idea de su cuerpo infantil y de su concepción de niño, así como también de las figuras parentales idealizadas durante la infancia. Este proceso se puede entender también desde un punto de vista psicosocial, en el que el adolescente se rodea de relaciones interpersonales que resultan claves para poder ejercer una vida como adulto.

Dentro del concepto de “adulto” al que el adolescente se encamina, se encuentra el hallazgo del amor de pareja, por medio del cual se espera forme una familia o un ideal de satisfacción personal en varios niveles. Para alcanzar esta esfera de su propia naturaleza como ser social, la amistad representa un tipo de relación que le acerca a los elementos básicos que forman el amor como tal, o la genitalidad si hablamos en términos psicoanalíticos. La búsqueda y el encuentro de un Otro que no son los padres.
Conceptos como la intimidad y la lealtad se descubren en la amistad y son vitales en una relación amorosa. El presente escrito pretende ampliar y a la vez sintetizar la visión de estos dos procesos claves en el proceso adolescente.

La amistad en la adolescencia.
La adolescencia es un período de la vida del individuo que se caracteriza por una necesidad de relacionarse con personas semejantes y donde muy frecuentemente, los lazos de amistad que se forman suelen ser definitivos.
De acuerdo a Arminda Aberastury, “entrar al mundo de los adultos –deseado y temido- significa para el adolescente la pérdida definitiva de su condición de niño. Es un momento crucial en la vida del hombre y constituye la etapa decisiva de un proceso de desprendimiento que comenzó con el nacimiento”(1). El desprendimiento va en función, como lo comenta Aberastury, de su cuerpo y su papel como niño en la familia y la sociedad, pero también significa un desprendimiento de las figuras parentales idealizadas durante la infancia, y surge una búsqueda de otros ideales diferentes a ellos.
El adolescente, por tanto , busca personas que estén atravesando por sus mismos procesos físicos y psicológicos, que le permitan compartir y que le inflijan un sentimiento de compañerismo que mitigue la soledad y la angustia que este desprendimiento produce.
El hecho mismo de compartir es una de las bases de la amistad propiamente dicha. Los individuos comparten información personal con otros y esa situación refuerza su amistad, esperando claro que el otro haga uso de su lealtad y no lo traicione , tomando en consideración a la lealtad como un concepto clave en la amistad y sobre todo entre los adolescentes.
A este proceso se le conoce en psicología social como Autodivulgación, y forma parte de la Teoría de la Penetración Social desarrollada por Altanm y Taylor (1973) según la cual, la autodivulgación entre amigos cercanos abarca más temas y es más íntima que la que se da entre conocidos informales. Kimble (1972, 1974) afirma que si un “conocido formal” da información sobre su persona adecuada al siguiente nivel de acercamiento entre exraños (el de amigos), pronto los dos se considerarán “amigos” y realizarán el comportamiento correspondiente (2).
Derlega y Chaikin (1975) describen la autodivulgación como un proceso en que en forma verbal o no verbal una persona permite que otra le conozca. Es entonces, en la amistad un proceso clave, ya que en él, las personas se dan a conocer y hacen una especie de pacto , sin manifestarlo, en el cual sus secretos e intimidades están a salvo con el otro.
En la adolescencia, la confianza para poder contar los más secretos pensamientos y las experiencias íntimas es un factor clave en el desarrollo de amistades durante esta etapa. Se busca la seguridad de compartir las experiencias psicobiológicas que se viven, así como también las sociales y de tipo íntimas.
Muchas veces los adolescentes tienen mucha más confianza con sus amigos que con sus propios padres, y esto es producto del proceso de duelo o de desprendimiento de las figuras paternas idealizadas en la infancia, pero también, del tipo de relación y de autoridad que los padres ejerzan sobre sus hijos. Si se trata de padres autocráticos o permisivos, la comunicación entonces estará ausente entre las dos partes y los jóvenes buscarán compartir sus inquietudes con semejantes. Sin embargo está comprobado que los jóvenes con este tipo de esquemas familiares en donde la comunicación familiar es prácticamente ausente, presentan dificultades serias en sus relaciones interpersonales, y por tanto en sus amistades y sus propias formas de comunicación.

Otro rasgo fundamental en la elección de amigos es la similitud. Como revela el trabajo de Nahemow y Lawton (1975), en general hacemos amigos con personas que se parecen a nosotros en muchos rasgos observables, como raza, edad y sexo. Un área poco visible de la similitud que, según se ha demostrado, influye profundamente en la atracción interpersonal, es la semejanza de actitudes, ya que tiene que ver directamente con las actividades que los sujetos gustan de hacer en su tiempo libre, por ejemplo, o bien en la escala propia de valores, preferencias políticas, etc.
Durante el período de adolescencia, el joven consolida lazos de amistad muy fuertes en base a estos elementos y este proceso de ejercer la intimidad, en un plano emocional e intelectual, con semejantes, y se prepara para ejercer su genitalidad y buscar relaciones interpersonales más profundas que le lleven a una expresión del Amor adulto. Este proceso también lo confronta al duelo y al desprendimiento propios de la etapa que vive, pues al aceptar la genitalidad está renunciando , por ende, a su narcisismo y bisexualidad ( desde la fantasía, en la que él es agente activo y pasivo en la reproducción, en la que no necesita del otro), propias de sus actividades masturbatorias infantiles.

Es aquí donde se encuentra con la dicotomía de amistad y amor, que lejos de ser opuestos, comparten una serie de procesos que ya hemos mencionado.

Diferencias entre amor y amistad.

¿En qué se distingue el amor de la amistad? El amor incluye el sexo, no asi la amistad. Keith Davids (1985) identificó un grupo pasional de características que intervienen en el amor, pero no en la amistad. El grupo consta de tres factores:
1)Deseo sexual
2) Fascinación y
3) Exclusividad de la relación.

La teoría triangular (Stenberg 1986) establece que el amor consta de tres componentes: 1) intimidad, 2) pasión y 3) decisión /compromiso . La intimidad designa los sentimientos de cercanía y afecto por otra persona. Proviene de la capacidad de confiar en la persona amada, de comunicarse con ella y confiarle nuestros secretos, de vivir momentos felices en su compañía. No debemos confundir esta definición de intimidad con la intimidad sexual; más bien es la esencia de la compenetración entre buenos amigos. Por su parte, la pasión se refiere al componente de deseo sexual de la relación. Stenberg llama a la pasión el componente ardiente del amor y a la intimidad el componente cálido. La decisión/ compromiso, o componente frío, consiste en determinar que amamos a alguien y en asumir un compromiso, a veces mediante actos públicos como los matrimonios, para conservar la relación. A veces ese componente es lo que mantiene unida la relación cuando merman la intimidad y la pasión.
Por lo tanto, el deseo sexual mutuo ( y explícito), y las conductas sexuales compartidas son el componente básico que , aunados a los otros elementos ya mencionados y que son compartidos por la amistad ( más otros que no corresponden a este escrito) , forman parte de lo que llamamos amor, y que en la adolescencia despierta hacia un descubrimiento de la genitalidad y del deseo por el otro, otro que no es el padre ni la madre.
En mi opinión, la amistad nos brinda las herramientas básicas que usamos en una relación interpersonal de amor genital o amor adulto. Cuestiones como la comunicación, la confianza y en general, la intimidad, son de amplia importancia en cualquier tipo de relación interpersonal. La lealtad expresada intrínsecamente en la amistad, se transforma en fidelidad, que no es más que la misma lealtad apuntalada en el concepto de decisión y compromiso que forman parte del amor.

El adolescente descubre estas experiencias y estas formas de relacionarse con sus semejantes dentro del marco de sus propios cambios individuales y de su propia aceptación.
De acuerdo a Aberastury, el adolescente tiene varias facetas, es decir, se presenta como varios personajes, y a veces ante los mismos padres, pero con más frecuencia ante diferentes personas del mundo externo, que nos podrían dar de él versiones totalmente contradictorias sobre su madurez, su bondad, su capacidad, su afectividad, su comportamiento e incluso en un mismo día, sobre su aspecto físico.
No solo el adolescente padece este largo proceso sino que los padres tienen dificultades para aceptar el crecimiento a consecuencia del sentimiento de rechazo que experimentan frente a la genitalidad y a la libre expresión de la personalidad que surge de ella. De acuerdo a la autora esta incomprensión y rechazo se encuentran muchas veces enmascarados bajo la otorgación de una excesiva libertad que el adolescente vive como abandono y que en realidad lo es. Es decir, los padres permisivos provocan una sensación de abandono en los adolescentes, que a su vez produce una sensación de vacío en su relación familiar.
Esta proliferación de “personajes” que Aberastury plantea, el adolescente las vive como parte de su personalidad. Las contradicciones son parte de él y las vive como propias. En un proceso que se caracteriza por la constante búsqueda de nuevos ideales y de nuevos otros, esa búsqueda se traduce tal vez en una serie de contradicciones externas, pero que el adolescente vive como realidades propias, al menos, durante el momento que las experimenta.
Es así como ante unos se presenta como bondadoso y ante otros es cruel o frío de carácter. No es más que una exploración de polaridades que tiene que realizar para buscar un equilibrio o un ajuste en donde sienta que es él mismo, y que va también en función de las respuestas o consecuencias sociales que experimente con estas conductas. Todo esto bajo el contexto de madurez que el adolescente debe alcanzar. Es decir, cuando su madurez biológica esté acompañada de una madurez afectiva e intelectual que le permita su entrada al mundo del adulto, estará equipado de un sistema de valores, de una ideología que lo confronte con su medio y en el cual el sienta que ha integrado todos sus elementos internos y superado el proceso de duelo al que se ha enfrentado.
Este proceso afecta directamente la manera en que se relaciona con los demás y el tipo de amistades que elige. A su vez, la forma en la que consolida sus relaciones interpersonales, más particularmente sus amistades más profundas, lo preparan y le dan las herramientas necesarias para su genitalidad, es decir, para la búsqueda de un otro ( que no es papá ni mamá) y del amor adulto.


Conclusión.

La adolescencia es un período en el cual las amistades suelen ser muy intensas. Los secretos y las experiencias compartidas hacen muy fuertes los lazos que unen a los adolescentes esta etapa de la vida. No pretendo con esto afirmar que todas las amistades del que se hacen son para siempre. Es evidente que todos los individuos pasamos por experiencias que nos cambian y que las relaciones interpersonales también evolucionan dentro de un marco social. Sin embargo, en este período en el que los cambios y las contradicciones son muy intensas, al ser compartidas con personas que pasan por los mismos procesos, dan como resultado amistades que son difíciles de olvidar.
También la amistad nos prepara para el amor. Cuestiones de gran importancia como la intimidad y la confianza, son las bases de una relación amorosa. El deseo sexual, manifiesto totalmente en este periodo, es el ingrediente discriminativo entre estas dos entidades y nos permite llegar a la conclusión que tanto amor como amistad no son diametralmente opuestos, sino que comparten prácticamente todos los elementos a excepción de la exclusividad y la pasión sexual.



Bibliografía:

1. Aberastury, A. “El mundo del adolescente”. Montevideo, Revista Uruguaya de Psicoanálisis, III, 1959. ( Teoría del Sujeto Psicológico, Enfoque Psicoanalítico III, Cuarto Semestre, Editado por la Facultad de Psicología de la UANL)

2. Kimble, Charles (et al). “Psicología Social de las Américas”. Prentice Hall : México, 2002.

3. Horrocks, J. “Psicología de la adolescencia”. Trillas: México,1984.

jueves, 27 de marzo de 2008

REGIOnalismos regiomontanos. Parte I: Del mero San Luisito.






"Tengo orgullo de ser del Norte
del mero San Luisito
porque d'iai es Monterrey
de los barrios el más querido
por ser el más reinero
¡Ay si señooooor !
barrio donde naci..."
Corrido de Monterrey




San Luis Potosí y Nuevo León comparten algo más que sus límites geográficos: la migración en particular al área metropolitana de Monterrey es algo que ha sido visible desde hace mucho. Las oportunidades de trabajo y la cercanía que la capital neoleonesa ofrece a sus vecinos del sur es la razón principal por la cual muchos potosinos deciden mudarse a esta ciudad. Uno de los temas que este escrito pretende criticar, es la generalización y los estereotipos, así que vamos a concentrarnos no en TODOS los potosinos, sino en aquellos de bajo nivel escolar y socioeconómico, de origen humilde y regularmente indígena. Ellos son los que se ven forzados a abandonar las tareas del campo para venir a la ciudad a probar mejor suerte.
Los trabajos que consiguen no requieren una alta escolaridad y sí un esfuerzo considerable, añadido a aquél que conlleva el alejarse del lugar de origen.

¿Eres de San Luis? ¡ No pareces!, o, Are you really Mexican? But, you’re so pretty!
Una de las principales dificultades a las que se enfrentan es la discriminación. Es por todos conocido la cantidad de chistes y comentarios que abundan con respecto a la gente de San Luis que a través de su trabajo se ha ganado un espacio en esta caótica ciudad. Lo peor de todo es que la ignorancia regiomontana se ve reflejada cuando se califica de potosino a cualquier persona de rasgos indígenas que a simple vista se vea moreno, de baja estatura y cabellos negros. Sabemos lo estúpidos que son los estereotipos y también lo molestos que son para los aludidos, es decir, no todas las personas de San Luis son morenas, ni todos los regios son blancos, ni todas las personas morenas son de San Luis, y así hasta donde se quiera. Podemos ver lo estúpido que resulta siquiera aclararlo, ello dejando de lado la cuestión del porqué el ser moreno representaría un insulto que dirigir contra alguien. Tendríamos que preguntarnos si aquel regiomontano que tiene muy claro cuáles son los rasgos típicos de una persona originaria de San Luis sabe cuáles son las de un regio “promedio”. ¿Los regios son de mediana estatura, blancos, barbados, de mejillas rosadas y cejas pobladas? Pero, ¿Cuántos son realmente así? y más aún ¿Quiénes son los regios? ¿los que nacieron aquí? ¿y si mi mamá es de Coahuila y yo nací aquí, soy regio? (entonces, ¿qué es ser regio?)
Todo esto me suena muy familiar. ¿Acaso no es el mismo problema al que se enfrenta el paisano que va al otro lado, ya sea ilegal o legalmente? Uno se encuentra con que el blanquito de nuestro rancho resulta hispánico en el otro lado. Los temores y los odios son análogos: nos vienen a quitar nuestros trabajos, que se queden en su pueblo, que desaparezcan todos, dejen de hablar su lengua espantosa y usen la nuestra , la oficial, etcétera.
Nos quejamos siempre de la discriminación que sufrimos como extranjeros y de la injusticia de los estereotipos que se nos adjudican. ¿Acaso no resulta indignante que se nos pegunte si en México hay carros, si todos usamos sombreros y bigote? Ni siquiera insulta el hecho de imaginarnos vestidos de charro, un atuendo muy respetado en otros lugares del mundo, si no lo que realmente es molesto es la mente cerrada y la ignorancia de quien emite un juicio de ese tipo ¿Qué tipo de persona, nos preguntamos, es capaz de pensar que en nuestro país todos somos como Speedy González?



¡…Porque di'ai, es Monterrey! , o, ...fucking Méxicans!! (A.B Quintanilla)
Es obvio pensar que la inmigración potosina , al ser un fenómeno de generaciones, ha influido en la cultura local. De hecho, muchísimos de los habitantes de esta ciudad tienen en su árbol genealógico algún pariente que vino de ese estado. ¿Porqué se insulta o se dirigen comentarios peyorativos a algo que incluso puede formar parte de nuestro propio pasado no lejano? La respuesta a esa y otra de mis interrogantes no podría ser elucidada en un texto como éste, sin embargo vale la pena preguntárselo. El asunto no es sólo racial, también se juegan las polaridades rural-urbano, citadino-pueblerino, autóctona- cosmopolita....y la lista sigue.

El estatus socioeconómico también juega un papel importantísimo, sobre todo en una ciudad tan elitista como Monterrey. La correlación entre el color de la piel y el estatus nos remonta hasta tiempos coloniales y forma parte de nuestra historia como pueblo. El lugar de nacimiento de alguien puede ser utilizado también como consuelo ante un complejo de inferioridad como ése. Y al decir lugar de nacimiento hablo de un país ( yo nací en el otro lado, wey), una ciudad (Monterrey), hospital (La conchita, el IMSS).

¡...verdad de Dios que si!
Al analizar de forma tan ligera este asunto tan lastimosamente cotidiano, analizamos la vergüenza que sentimos al ver en el rostro de aquel inmigrante en nuestro propio país, nuestra propia miseria y necesidad de trabajo. Ellos nos recuerdan la realidad en la que vivimos y de la que deseamos huir constantemente, anhelando lo que los de arriba tienen, tal y como los de abajo nos miran a nosotros.
Recordemos quiénes fueron los primeros pobladores de esta tierra, qué clase (¿social?) de gente fue la que vino a ocuparla después de la conquista, quiénes somos nosotros y de dónde venimos. Si aceptamos y elaboramos aquello que nos molesta en el fondo, y pensamos en hacer algo al respecto, podremos convivir de una manera más sana como ciudadanos, respetando un origen si bien diverso, compartido.
CONTINUARÁ....

domingo, 23 de marzo de 2008

El silencio dice.


Sabemos que el ser humano es un sujeto de palabras, y está sujeto a ellas. Evidentemente, hemos aprendido a comunicarnos por medio del habla y desarrollado diferentes lenguas . Se dice pues, que existen seres que se comunican sin utilizar palabras, otros que las usan sin entender y otros que entienden la palabra pero no la pueden ejercer. El ser humano puede entenderla y utilizarla a su modo y conveniencia, usarla como arma y como medio en apariencia eficaz para comunicar, entre otras cosas, lo que siente.

El silencio entonces se entiende como la ausencia de palabras, un aparente vacío en esa comunicación verbal, en ese flujo de sonidos. Sin embargo, sabemos que el silencio comunica y no puede ser visto siempre a manera de ausencia ni de vacío impenetrable, sino todo lo contrario, como incubador dentro de su misma vacuidad (valga la contradicción, si es que la hay), de algo en constante movimiento. Un útero de palabras.

Se dice también que es en el silencio donde entramos en comunicación directa con Dios, pues sólo podemos escuchar nuestra voz y en ella la suya. Es en ese escuchar nuestra propia voz interna donde el silencio ocupa un lugar en la comunicación. Es entrar en contacto con uno mismo.

La angustia que producen los silencios ha sido estudiada por el psicoanálisis, y los que nos hemos sometido al diván alguna vez conocemos sus efectos. El silencio es capaz de llenar ese vacío que las palabras no pueden ocupar, y también abre un lugar para la expresión de lo más oculto que se tiene.
Éste puede ser interpretado de distintas maneras, como enojo, resistencia, introspección, ignorancia, angustia....pero, ¿acaso no las palabras son también interpretadas? ¿acaso no hago yo una interpretación de lo que el otro me dice?A fin de cuentas, ambas instancias tienen algo en común al decir algo de nosotros. El silencio dice y habla por sí mismo, quizá nos habla sólo a nosotros, donde nada más yo es quien escucha.

¿Qué mundos internos ocultos se asoman ante la presencia del silencio? La sola presencia de una ausencia, en este caso de palabras, nos hace escuchar aquello que ellas no atraviesan. Por un momento vemos, a través de una rendija, ese material en bruto que aguarda en la impaciencia. Se nos presenta como una hoja en blanco, que al llenarla nos permite hacer uso de una mínima libertad, y reflejar en ella un poco de ese contenido en bruto.
Es útil analizar siempre aquello que se dice, como lo que no se dice, partiendo de la idea de que el silencio también nos dice algo, o abre las puertas a un discurso.